Se me gasta la vida
sin darme cuenta
y no es un bote de champú
que se pone al trasluz
para ver cuanto queda.
Se me gasta la vida
y no me entero
pués pasa despacio y en silencio
como nueva arruga
que se instala en mi piel
sumisa y derrotada.
Se me gasta la vida
y no es un traje renovable
en las rebajas
de la tienda de la esquina.
Se me gasta la vida
y yo me empeño en llenarla
de mil cosas y detalles
que no pueden anclarme.
Se me gasta la vida
y no sé qué hacer
pués creo que ella me vive a mí
y no yo a ella.
Se me gasta la vida
y no puedo hacer nada
sólo renacer en cada luz
y dejarme fluir en los segundos.
Se me gasta la vida
y lo peor es no saber
cuánto me dura
pués lo que luego vendrá
núnca caduca.
Se me gasta la vida
y la única certeza
es esa eternidad perpetua
que me aguarda trás la puerta.
Y voy llenando mi cuaderno de borrones
contando pensamientos
tachando sensaciones
que no me llevan a ninguna parte.
Arantza Arana
Este poema reflexivo indica que si te das cuentas de cómo gastas tu vida.
ResponderEliminarNo olvides que sólo tú puedes cambiarla.
Un saludo.
Hola Arantza!!, ¡pues si que has escrito desde que no me pasaba por aquí!. Persona mi ausencia, querida.
ResponderEliminarA mí me duele un poquito "gastarla", y a veces quiero correr mucho como si de una etapa de la vuelta ciclista se tratara. Luego paro, y me doy cuenta, que corriendo no se llega a ningún sitio, excepto montada en una bici o teniendo unas buenas piernas para ello.
Me gusta esta reflexión que has realizado poemizada, y que finalizas con un cuaderno de borrones, síntoma de que aprendemos continuamente.
Un fuerte abrazo